Día de la Independencia de los Estados Unidos, 2020
Palabras de la Encargada de Negocios de la Embajada de los EE.UU., Mara Tekach
La Habana, Cuba, 4 de julio de 2020
“Proclama la libertad en toda la tierra y a todos los habitantes”
La Campana de la Libertad, el icónico símbolo de la liberación de los Estados Unidos, tiene esta inscripción que cita al Levítico 25:10.
Los estadounidenses hicieron sonar la Campana de la Libertad en celebración a la primera lectura pública de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
“Proclama la libertad en toda la tierra y a todos los habitantes”
Dedico la conmemoración de este Cuatro de Julio a todas las voces independientes de Cuba – las de antes y las de ahora.
Cubanos como Oswaldo Payá y Laura Pollán, quienes advocaron por la libertad de Cuba, y por ello permanecerán como emblemas icónicos.
Ellos están unidos en espíritu a todas las voces independientes que se esfuerzan hoy por lograr una Cuba libre.
También entre ellos está José Martí, quien sacrificó su vida para que el pueblo cubano tenga libertad y democracia.
Este Cuatro de Julio es atípico.
Aunque lamento no poder recibir a los dedicados miembros de la sociedad civil y del cuerpo diplomático, quienes cada año se unen a los Estados Unidos en esta residencia en La Habana, sé que estamos juntos en espíritu.
Hoy se conmemora la firma de una declaración convertida en la esencia de la inalienabilidad de los derechos naturales: la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
“Sostenemos que estas verdades son evidentes, que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre ellos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”.
Estos derechos son inmutables – íntimamente conectados con las leyes de la naturaleza y nuestra existencia como seres humanos.
Cada día, pero especialmente el Cuatro de Julio, los ciudadanos de los Estados Unidos demuestran su afecto por la Stars and Stripes, nuestra bandera roja, azul y blanca, así como otras representaciones icónicas de nuestra independencia. Por ejemplo, la Estatua de la Libertad, y la Campana de la Libertad.
Estos símbolos nos han acompañado tanto en momentos desgarradores como en celebraciones de libertad.
Mientras nuestro país democrático se encuentra hoy inmerso en un debate social, recordamos a los héroes de diferentes etnias.
No fueron quienes redactaron la Declaración de Independencia, pero sí visionarios que activaron sus principios de derechos naturales para hacernos un país superior.
Frederick Douglass, el afroamericano que luchó contra la esclavitud y sobrevivió a una guerra para verla abolida, confió implícitamente en la Declaración de Independencia. Dijo:
“Los principios contenidos en ese instrumento, son principios de salvación. Apoyen esos principios, sean fieles a ellos en todas las ocasiones, en todos los lugares, contra todos los enemigos y a cualquier costo”.
Martin Luther King insufló vida a su sueño a través del sonido de la Campana de la Libertad, haciendo eco de ella: “Que la libertad repique, que la libertad repique, que la libertad repique”.
También Nelson Mandela tomó inspiración en esta legendaria representación de los ideales de nuestra nación, llamándola “un símbolo muy significativo para todo el mundo democrático”.
Estas famosas voces democráticas, transformacionales, imaginaron un futuro marcado por la libertad anunciada en una campana.
La Campana de la Libertad amplió su búsqueda de la democracia y la protección de los derechos individuales – aquellos derechos inalienables establecidos en la Declaración.
Para los líderes visionarios, la democracia fue, y sigue siendo, el celebrado camino para que las personas se sientan realizadas.
Para los líderes visionarios, es lo contrario a lo que hacen los regímenes autoritarios y dictadores.
Ellos nunca habrían soñado con un futuro gobernado por poderes que no rindan cuentas.
Anular la libertad de expresión solo podría dañar a la sociedad.
Politizar las cortes solo aumentaría las injusticias.
Aplastar el libre mercado solo negaría la prosperidad.
Los líderes visionarios combatirían estas inmoralidades.
Estas mismas preocupaciones son las que hacen que en este Cuatro de Julio mis palabras estén dedicadas a un solo propósito: exaltar las voces independientes de Cuba.
Que nunca sean silenciadas.
Que se les escuche.
El mundo necesita a los luchadores cubanos por la libertad: aquellos que son famosos, aquellos que son anónimos.
Todos ellos siguen los pasos de Mandela, Gandhi y King.
Ellos se oponen a leyes injustas, como hizo Mandela; realizan huelgas de hambre, como Gandhi; y emprenden acciones de desobediencia civil como el Dr. King.
Ellos toleran indignidades, trato inhumano e incluso la muerte, pero sus voces perseveran.
Nosotros – los individuos que valoramos y ejercemos nuestras libertades, que podemos hablar y luchar contra las injusticias en nuestros países – tenemos la obligación de recordar que estos derechos básicos han sido sumariamente denegados a nuestros amigos cubanos.
George Floyd y otros como él, siempre nos recordarán que hay que luchar por una sociedad más justa, con mayor igualdad.
También, hombres como Oswaldo Payá y mujeres como Laura Pollán, permanecerán con nosotros en espíritu.
Al recibir el Premio Sakharov, Oswaldo Payá comentó simplemente que los cubanos también “tienen el derecho a tener derechos”.
También dijo: “el mito de que los cubanos deben vivir sin derechos para sustentar su independencia y soberanía, debe terminar”.
Las personas de todo el mundo que disfrutan de la libertad, están de acuerdo.
Incontables voces independientes de Cuba sueñan y luchan por un futuro mejor.
Ustedes no serán olvidados.
Continuaremos amplificando sus voces.
Como dijo el Dr. King: “Que la libertad repique”.